En el siglo XIX la provincia de Málaga vivía principalmente de la pesca. Las sardinas eran un alimento barato y nutritivo.
Un buen día uno de los pescadores del Palo aprovechando los cañaverales de la playa, cogió un trozo de caña y les clavó unas sardinas luego los puso al fuego. Consiguió unas ricas sardinas a la brasa. Inventó el espeto de sardinas.
Este hecho se le atribuye a Miguel Martínez Soler, que en 1882 abrió el merendero “La parada” aprovechando la llegada del tren al barrio malagueño de “el Palo”.
Colección Summer.